dimecres, 20 de març del 2013

MICRORELATS DE FEBRER 2012-13 / MICRORRELATOS DE FEBRERO 2012-13 (2)





Publiquem els microrelats que van arribar a les deliberacions finals en la categoria general en castellà de la convocatòria de febrer.

Recordem que els microrelats concursants publicats al bloc s'inclouran en una publicació en paper que recollirà aquells textos guanyadors i finalistes de cada categoria de totes les convocatòries mensuals.




Publicamos los microrrelatos que llegaron a las deliberaciones finales en la categoría general en castellano de la convocatoria de febrero.

Recordamos que los microrrelatos concursantes publicados en el blog se incluirán en una publicación en papel que recogerá aquellos textos ganadores y finalistas de cada categoría de todas las convocatorias mensuales.








*Alfredo Landa en el paper de / en el papel de Sancho Panza a / en 
"El Quijote de Miguel Cervantes" (Televisión Española, 1992).



Los aventureros

A lomos de Rocinante, Sancho Panza, con una bacía a modo de casco, el palo de una escoba convertido en lanza y la tapa de una cazuela a guisa de adarga, llamó a gritos a Dulcinea del Toboso.

-¿Qué quieres, Sancho?
-Monta en la grupa de Rocinante, Dulcinea. Don Quijote ha muerto.
-¿A dónde vamos?
-Qué pregunta mujer, pues a luchar contra los molinos de viento.


Salvador Robles Mira
Bilbao











El trueque

Hay cincuenta pasos desde su habitación hasta la puerta del jardín. Detrás del seto está esa señora tan amable que regala cromos. Manolín ha aprendido a no tropezar, a caminar casi a oscuras. En secreto, como ella le aconseja cuando pone un dedo sobre sus labios. Hoy está emocionado porque le va a traer el último cromo, el más difícil, el que no tiene nadie. El lunes llevará al colegio el álbum con la colección completa para dar envidia a los compañeros.
Ahora solo reza para que el bebé, ese niño rechoncho y bueno por el que sus padres suspiran, no se despierte mientras recorre esos largos cincuenta pasos.


Elena Casero Viana
Valencia











La ley de la selva

Sentado en un rincón de la oscura taberna, el único cliente contempla el documental que pasan por televisión sobre la vida salvaje en la sabana africana. La joven camarera le ha servido un café bien cargado, con la misma indolencia que muestra la pequeña gacela del reportaje, mientras deambula por el prado lejos de la manada. El chacal la acecha, agazapado entre la maleza, y el locutor del programa asegura que las posibilidades que tiene la presa de romper el cerco del cazador son prácticamente nulas. Hay un cruce de miradas entre la fiera y el hombre, que sorbe lentamente su taza de café. También la gacela detiene su marcha, inquieta a causa del ruido que llama la atención de la camarera, la cual deja lo que está haciendo para fijar sus ojos en la pantalla. La vida, al parecer, se somete a una leyes tan poco flexibles que acaban cuestionando nuestro romántico concepto de libertad. El locutor tiene una voz sedosa, profunda y convincente, y habla como si él mismo hubiera diseñado el comportamiento de todos los seres del planeta. Ahora el chacal ha perdido la cuenta y la gacela, tras limpiarse las manos en el delantal, acude sin demora a cumplir con su destino.


Pedro Herrero Amorós
Castellar del Vallès (Barcelona)











El maquinista

Vuela demasiado bajo. La gaviota roza la furgoneta que viene de frente y describe en el aire un escorzo desequilibrado. Cae en mi carril. Esas décimas de segundo hasta que la atropello me provocan un vivo estremecimiento. Porque queda delineado, diáfano, el perímetro de la existencia. Y porque su transposición resulta inminente e inevitable. El momento es intenso, trágico, turbador. De repente, alcanzo a comprender esa mezcla de horror y perplejidad que a veces traía mi padre en los ojos cuando llegaba a casa. No era tanto el hecho de atropellar  a un suicida como la conciencia nítida de no poder hacer nada por evitarlo.


Iván Teruel Cáceres
Vila-Sacra (Girona)










El susurro de los pies descalzos

Va cerrando puertas de habitaciones vacías. El pasillo se va quedando a oscuras. La soledad le cala los huesos. Su corazón se seca por dentro. Solo cuando el elefante regrese al jardín y los pétalos de la rosa se abran bajo el sol, la luz entrará de nuevo en esta casa. Volverán los niños a llenar con risas sus rincones. Ahora se pasean, transparentes, por el pasillo. Ella se refugia en la habitación del fondo, con la persiana bajada y la puerta cerrada, pero aún así oye sus pies descalzos y le roban el sueño con la lluvia de sus lágrimas, con sus largas caras pálidas que atraviesan la pared. Los niños le preguntan: ¿Y el elefante, cuándo volverá?


Purificación Menaya Moreno
Zaragoza