dissabte, 11 de maig del 2013

MICRORELATS D'ABRIL 2012-13 / MICRORRELATOS DE ABRIL 2012-13 (1)




Publiquem els microrelats que van arribar a les deliberacions finals en la categoria general en castellà de la convocatòria d'abril.


Publicamos los microrrelatos que llegaron a las deliberaciones finales en la categoría general en castellano de la convocatoria de abril.









Tsunami

Me llaman, es la hora. Tengo ganas de acabar. No he abierto la boca, sin embargo, aquí estoy, embriagado hasta las orejas. De acuerdo, vosotros mandáis. ¿Me habéis preguntado si quiero? Negativo, lo creen improbable, es un hecho. Empezamos bien, sujeto a hipótesis que otros postulan. Y esa palabra, ¿cómo era?, libertad, descuidan su significado. La busco en mi memoria genética, sí, aquí está, en el genoma. Entonces, confirmo mis dudas, no existe, la gran mentira. El inicio desmiente la realidad. Bien. Resignado, me presto a seguir lo empezado, no tengo otra salida, solo ésta, oscura, pequeña... Aunque curioso, a la que me decido parece crecer. Quizás sea todo así, quizás, una vez convencido, dispuesto a abrirme camino, el miedo se torne juicio, las dudas vapor... En fin, ahí voy. Me compelen. Qué pereza, mi casa se desploma, llega el tsunami. De acuerdo, ya me callo; a fin de cuentas, he de olvidar lo aprendido. Por decreto, mis células obedecen, implacables. ¡Vaya retroceso! "Borrando información, tres, dos...", oigo a lo lejos. Es una molécula. ¡Existe la luz!, no recuerdo nada... El túnel, pierdo la voz. Gritos, llantos, el acto final.

-Enhorabuena Pilar, es un niño precioso.


Miriam Martínez Ramírez
Ripollet (Barcelona)











Las manos de tía Angélica

Tía Angélica nació con apariencia de fragilidad: menudita y con la piel casi translúcida. Pronto se convirtió en la preferida de la abuela y en el juguete de todos los hermanos. Contaba mi madre que empezó a hablar muy pronto, casi al año, cuando los otros niños solo eran capaces de balbucear.
Dio muestras de poseer una sabiduría incomprensible. En varias ocasiones adivinó, cuando alguien le tomó de las manos, la fecha de su muerte. A través de su olfato predecía tempestades. Y por el tono de voz, el sexo del niño no nacido. En el pueblo empezaron a mirarla con temor y acabaron por tacharla de bruja.
Mi abuela, con ese sentido especial de las madres, le aconsejó que saliera poco de casa y que aprendiera un oficio para no ser una carga familiar.
Tia Angélica pidió una máquina de coser. Aprendió a bordar ella sola, sin más enseñanza que su intuición. De sus manos salieron sábanas, mantelerías, ropa de recién nacido o toallas que mi abuela vendía. Poco a poco, la gente del pueblo empezó a olvidarla. Nunca supieron que aquellos bordados tan primorosos habían salido de sus manos, a pesar de su ceguera.


Elena Casero Viana
Valencia










La carta

Vio el sobre y aturullado se lanzó a por él, pero se contuvo antes de apresarlo. Lo estuvo mirando un rato, sin atreverse a tocar. Cuando lo hizo, cerró los ojos para olerlo. Olía a lo que había que oler, a misiva. Luego, echando mano de sus lentes, lo fue analizando con mucha parsimonia. Efectivamente tenía remite y remitente. Gozaba de cada letrita dibujada, antes de pasar a la siguiente. Habría apostado que estaba escrita con bolígrafo de marca británica, y no de Taiwán. Sonrió. Un sello de los de antes, con un pavo real mirando asombrado al objetivo, orillaba una esquina. Y no había duda de que, tras mirar a trasluz, dentro había carta. Sí, hoy era un gran día. Entonces, finalmente, tras un suspiró que entró, subió, bajó y salió como Pedro por su casa, se puso en pie, cogió la bicicleta, su gorra, la cartera y, silbando, se fue a repartirla.


Miguelángel Flores
Sabadell (Barcelona)









*Escultura de Joana D'Arc a / escultura de Juana de Arco en 
la Catedral d'Auxerre (França / Francia).


Oración

El embrión levita feliz en el líquido amniótico, suavemente mecido por el balanceo materno. En la siguiente división celular se determinará si dará lugar a una criatura humana o a otra cosa. El diminuto feto lo intuye y detiene su vaivén, expectante. Pasado el momento crítico, se reanudan las lentas clonaciones. Empiezan a formarse duras escamas. Garras de tres dedos. Un único globo ocular toma posesión de la frente y dos alas membranosas comienzan a abultar bajo los omóplatos. La madre (triste pedigüeña a las puertas de la catedral), se acaricia el vientre con ternura. Y como todas las madres, reza en silencio para que su bebé nazca sano y bien formado. Para que no se parezca a ella. Ni al padre François. Para que sea tan poderoso y terrorífico como su pétreo amante de las cornisas. Y herede su color de ojo.


Jes Lavado
Málaga










Solo somos supervivientes


El ácido que contiene el aire acabaría con cualquiera de nosotros conmigo en cuarentaicinco segundos exactamente. Los trajes que conseguimos fabricar nos permiten me permiten estar doce minutos expuestos expuesto sin peligro, aunque yo nunca estoy más de diez; todos el mío muestran muestra claros síntomas de deterioro. Cuando regreso al sótano que todavía mantenemos mantengo descontaminado, me pregunta siempre lo mismo, mi hijo: ¿has visto algo? No, no ha habido suerte, le contesto invariablemente. ¿A que no sabes que vamos a comer hoy?, le digo para cambiar de tema. ¿Carne?, responde, como si no lo supiera. (Ya queda poca).


Fran Rubio Consuegra
Tavernes de la Valldigna (València)