dissabte, 11 de gener del 2014

MICRORELATS DE DESEMBRE / MICRORRELATOS DE DICIEMBRE (III EDICIÓ / EDICIÓN) (1)





Publiquem els microrelats que van arribar a les deliberacions finals en la categoria en castellà de la convocatòria de desembre.

Recordem que els microrelats concursants publicats al blog s'inclouran en una publicació en paper que recollirà aquells textos guanyadors i finalistes de cada categoria de totes les convocatòries mensuals.






Publicamos los microrrelatos que llegaron a las deliberaciones finales en la categoría en castellano de la convocatoria de diciembre.

Recordamos que los microrrelatos concursantes publicados en el blog se incluirán en una publicación en papel que recogerá aquellos textos ganadores y finalistas de cada categoría de todas las convocatorias mensuales.








*Judici final (Capella Sixtina) de Miquel Àngel (detall) /
Juicio final (Capilla Sixtina) de Miguel Ángel (detalle) (1534/36-1541).



Juicio final

A poco de haber muerto, recibí una encuesta en la que se me invitaba a expresar mi opinión sobre mi reciente experiencia como ser humano. Ya en vida, solía hacer caso omiso de este tipo de reclamos, que siempre llegaban después de haber contratado noches de hotel o viajes de vacaciones. De manera que, una vez fallecido, con mi cuerpo en avanzado estado de descomposición, aún me apetecía menos. La encuesta (muy completa, como cabía esperar) solicitaba mi grado de satisfacción  -del cero al cinco-  sobre aspectos relacionados con mi salud, la edad que había logrado alcanzar, las metas conseguidas. Y añadía un apartado de extensión libre para que comentara todo aquello que pudiera mejorarse en el futuro. Tampoco faltaba la pregunta final sobre si recomendaba esa experiencia a mis amigos. Como digo, yo ya no estaba en situación de atender esas cuestiones, ni siquiera a cambio de los premios suculentos que prometía cierto sorteo. Pero aunque lo intenté con todas mis fuerzas, no supe hallar la manera de darme de baja en este tipo de comunicaciones. Así que ahora, años más tarde, cuando de mí ya no queda ni el polvo, sigo estando al corriente de las últimas promociones.

Pedro Herrero
Castellar del Vallès (Barcelona)









*Barques sense moll / Barcas sin muelle 



La frontera

La barca se ha detenido en medio de una espesa niebla y corre el riesgo de ser arrastrada por la corriente, pero el barquero, sin descanso, sin darse un momento de tregua, trata de seguir remando para impedirlo, al tiempo que vigila con insistencia la otra orilla, buscando la señal convenida que le indique hacia dónde debe dirigirse para desembarcar al pasajero. Este lo contempla atónito, incapaz de creerse lo que está viviendo, cada vez más aterido y reacio a aceptar su mala suerte, hasta que un leve resplandor a lo lejos llama su atención, y el barquero, con un último esfuerzo, pone rumbo a la luz en el mismo instante en que oye decir "lo hemos perdido" al cirujano en el quirófano.

Rafa Heredero García
Laguna de Duero (Valladolid)













Rosarito Corrales

Cuando Rosarito Corrales apareció en el umbral de la puerta, habían pasado trece años y la escopeta había sido vendida a unos gitanos chatarreros. A su madre, que le pilló montando el belén, le dio tal flojera que tuvo que apoyarse en el quicio de la entrada, el Jesusito se le desprendió de las manos y acabó estrellándose contra el suelo.

Y es que, aquella hija que la corriente se llevó el mismo día en que ella metió tres cartuchos al que acabaron creyendo huido, al que siendo padre, la lujuria transformó en monstruo y a la niña en cadáver desaparecido; aquella por la que llevaba dos veces luto porque nunca la sacaron del río; aquella por la que había ido convirtiendo otro río, este de Albal, en el centro del Belén, con pastores siempre asomados, lavanderas buscando sin lavar, Reyes Magos pensativos ante él; aquella, ahora estaba allí. La madre, que creía estar viendo otra visión como entonces, que se la encontraba ahogada por los rincones, sólo atinó a musitar, hacía mucho que no te aparecías, hija. La muchacha, dándole el puñito de Jesús, que había llegado a sus pies, contestó soltando la maleta y la llorera, mamá, no me morí, perdóname, por eso no me encontraron.

Miguelángel Flores
Sabadell (Barcelona)













La autopsia de la sirena

La autopsia de la sirena arrojó resultados muy interesantes: la incisión que se abrió desde el ombligo al cuello descubrió un par de aletas pectorales  -atrofiadas bajo la piel-  que cubrían el corazón, el hígado púrpura, el estómago  -vacío-  y los intestinos enredados y viscosos. Bajo estas vísceras, dos huevas  -hinchadas- que ocultaban un extraño órgano que debía de hacer las veces de aparato respiratorio de la criatura. Y al final la espina dorsal arrebatada de púas.

Sin embargo, lo más interesante vino después: seccionando desde el ombligo hasta el final de la cola, ésta se abrió como una vaina dejando al descubierto dos torneadas piernas de mujer enfundadas en medias con costura trasera y unos pies pequeños aprisionados en un par de zapatos de tacón. Al retirar el calzado  -hicieron falta unas tenazas-  se reveló que tenía las uñas pintadas de rojo.

Rosa Yáñez Gómez
Palomares del Río (Sevilla)