dimarts, 19 de gener del 2016

MICRORELATS DE DESEMBRE / MICRORRELATOS DE DICIEMBRE (2)



Publiquem els microrelats que van arribar a les deliberacions finals en la categoria en castellà de la convocatòria de desembre.

Recordem que els microrelats concursants publicats al blog s'inclouran en una publicació en paper que recollirà aquells textos guanyadors i finalistes de cada categoria de totes les convocatòries mensuals.







Publicamos los microrrelatos que llegaron a las deliberaciones finales en la categoría en castellano de la convocatoria de diciembre.


Recordamos que los microrrelatos concursantes publicados en el blog se incluirán en una publicación en papel que recogerá aquellos textos ganadores y finalistas de cada categoría de todas las convocatorias mensuales.









El parte médico

A los nueve años alcancé la talla suficiente para poder abrir el buzón situado en el vestíbulo del edificio. No fue difícil convencer a mis padres para que me hicieran responsable de recoger la correspondencia cada día, de regreso de la escuela. En mi clase ningún otro compañero tenía encomendada esa responsabilidad.   

El tío Clamades, único hermano de mi padre y que vivía en América, era con diferencia quien más cartas nos mandaba. En las que empezaron a llegar con frecuencia semanal después de las navidades de la gran nevada, papá figuraba como único destinatario. Cada vez que le entregaba una de ellas, casi me la arrebataba de las manos antes de encerrarse en el despacho a leerla.


Las que nos enviaba una vez al mes iban dirigidas también a mi padre, pero en el anverso del sobre constaba, tras su segundo apellido, “y familia”. A propuesta mía, éstas las leíamos por turnos entre los tres. En ellas nuestro tío solía hablarnos de lo bien que le iban las cosas, de su excelente salud y de las ganas que tenía de volver a vernos. A menudo a papá, cuando le tocaba leer a él, se le saltaban las lágrimas.


Joaquín Valls Arnau
Barcelona









Evolución

Un hombre empuña una lanza y empieza a correr tras un ciervo que, ajeno a lo que pasa a su alrededor, pasta en el campo. El ciervo huye y el hombre lo persigue por el bosque, alejándose de su cueva, hasta la calzada de piedra y los campamentos romanos que se han instalado en el valle. Continúa corriendo por los trigales, ante la mirada incrédula de los campesinos; por los prados repletos de cuerpos mutilados, bajo las dentaduras de los castillos que se adueñaron del paisaje. Corre, alzando su azada para enfrentarse a los franceses; en paralelo al ferrocarril que las minas y la revolución industrial trajeron consigo; tras las huellas de los poetas que huyeron de la guerra y el hambre. Y sigue corriendo, atraído por el humo de las fábricas y las luces de las ciudades; corre al salir de la facultad, con los libros bajo el brazo, para alcanzar a la chica del abrigo rojo; corre delante de los grises, empujado por sus ideales; corre por los pasillos del hospital para ver nacer su hijo.
Y corre por el placer de correr, con un dorsal grapado a su estómago, por un bosque, donde un día, ya lejano, comenzó a correr, tras un ciervo que pastaba en el campo.


Ernesto Ortega Garrido
Madrid











Amor chacinero

Desde la última di por hecho que ya nunca volvería a sentir lo mismo, que eran todas iguales. Hasta justo ese momento en el que noté por dentro que a la carnicera le compraría todo lo de las neveras, para que pudiera cerrar y llevármela al lago a contar patos. Con el corazón en la mano yo y con un hígado de cerdo ella, le dije bajito pegado al cristal, para que nadie me oyera, lo que sentía. Desde entonces nunca da la casualidad de que me atienda ella, pero no para de mirarme entre emocionada y nerviosa; no sé bien, es difícil entenderlas del todo. Aunque no hay duda de que esto nuestro tiene futuro. El otro día se cortó en un dedo al verme entrar, y no miento si digo que yo le habría lamido la sangre hasta dejarle la herida blanca, solo para demostrarle que nada de ella me da ya escrúpulos. Por eso le he comprado unos cuchillos buenos de ajuar y un anillo bastante caro, y esta noche voy a abordarla por el descampado que va a su casa para pedirle matrimonio. Estoy deseoso de ver su cara, se va a quedar muerta.

Miguelángel Flores
Sabadell (Barcelona)







La familia es primero

La escoge con cuidado para no equivocarse.  La acaricia por un instante y la deja volar. Luego reúne a toda la familia y les pide que oren para que esta vez las cosas sean diferentes. Cada semana durante los últimos años se ha repetido la misma rutina. Su familia ya está resignada y apenas logran contener el llanto; sin embargo, él nunca ha estado más feliz, siempre rodeado por sus hijos y nietos. Noé inclina la cabeza junto a su familia e implora, de todo corazón, que nunca descubran que envenena a las palomas antes de echarlas a volar.

Kalton Harold Bruhl
Comayaguela (Honduras)