dimarts, 17 de maig del 2016

MICRORELATS D'ABRIL / MICRORRELATOS DE ABRIL (2)




Publiquem els microrelats que van arribar a les deliberacions finals en la categoria en castellà de la convocatòria d'abril.

Recordem que els microrelats concursants publicats al blog s'inclouran en una publicació en paper que recollirà aquells textos guanyadors i finalistes de cada categoria de totes les convocatòries mensuals.







Publicamos los microrrelatos que llegaron a las deliberaciones finales en la categoría en castellano de la convocatoria de abril.


Recordamos que los microrrelatos concursantes publicados en el blog se incluirán en una publicación en papel que recogerá aquellos textos ganadores y finalistas de cada categoría de todas las convocatorias mensuales.







*Faune, de Joan Brossa (1988).



Alfabetitis aguda 
(o la extraña razón de por qué él ya nunca dice “te amo”)

El médico le advirtió que sucedería así. Por orden. Primero olvidó los nombres de las cosas que empezaban por A. Y eran muchos aunque, afortunadamente, se podían sustituir por otros sin mucha dificultad. Nadie se había dado cuenta. Por poner un ejemplo, cuando tenía sed, disimulaba, y pedía líquido de lluvia.
Pero ahora había olvidado más. Ya no recordaba los que empezaban por la letra B. Se dio cuenta  ayer, al fijar su vista en esa cavidad ubicada entre la nariz y la mandíbula de Cristina. Sabía que esa parte de su cara le gustaba especialmente, y que sus labios solían posarse sobre los suyos para darle un… Era desesperante. No lograba recordarlo.
El próximo mes, sería la C. Luego la D. Y así sucesivamente. La enfermedad avanzaría implacable. No podía demorarlo.
Hoy, sin falta, se lo diría a Cristina.
Que la… quería. Que a partir de ahora la llamaría Vanessa. O Zoe.
Mejor Zoe.

Arantza Portabales Santomé
Teo (A Coruña)








*Jeremy Irons a / en The Mission de Roland Joffé (1986).


La misión

Los labios asimétricos se han vuelto carnosos gracias al maquillaje. El torneado ocre amplía sus ojos pequeños. Parece otra con el pelo suelto. La tela ajustada insinúa unas curvas que será imposible obviar, con un escote hábilmente transformado en imán para mirones. Si el Creador les dotó de armas sería para darles algún uso. Parece un milagro, probablemente lo sea, aunque a ninguna le extraña, saben que la fe todo lo vence; con ella han logrado que la menos agraciada de todas sea perturbadora.
La elegida toma un taxi hasta un local de moda. A simple vista se podría decir que han enviado a una oveja inocente en medio de una manada de lobos. Nada más lejos de la realidad. No está sola y hace lo correcto. Es necesario conocer al demonio bajo todas las formas y con todas sus posibles tentaciones para vencerlo. Cuando regrese y comparta su experiencia serán más fuertes. Las hermanas del convento rezarán toda la noche por Sor Águeda.

Ángel Saiz Mora
Madrid









Rueda de reconocimiento

Era una sala fría, yerma en adornos, gris monocromática. Unos agentes de policía nos habían conducido hasta ella a horas intempestivas y nos fueron colocando sobre una tarima junto a otras parejas de supuestos padres. A Ángela y a mí nos tocó detrás de un cartel con el número 4. De repente, se iluminó un foco que inició el recorrido. Cuando se posó en nuestros cuerpos temblorosos, nos agarramos las manos con fuerza, esperando que no pasara de largo, susurrando que éramos nosotros, que nada de castigos ya, que chuches las que quisiera.

David Moreno Sanz
Zaragoza











El último cuerdo

-Estaba pensando en que hace casi cuatro siglos desde la
última vez que alguien se atrevió a atacarnos, a pesar de que
somos la peor simente que existe sobre la faz de la tierra. 
 -¡Cierto! Gracias a que al último que se atrevió a hacerlo,
todos lo tomaron por loco acusándolo de habernos confundido con
molinos de viento... -Respondió un gigante al otro.

José Luis Chaparro González
Salvatierra de los Barros (Badajoz)









*Murmullo risueño, il·lustració / ilustración de Nicoletta (2012).




Tan parecida a un ángel

Fue en aquella ocasión en la que, siendo niños, esperaban en la calle de nuevo a la cigüeña que les traería otro hermano. Aquella vez, la última, en la que luego les contaron que mientras ellos escudriñaban un trozo de cielo entre dos edificios, el pájaro había llegado por otro y entrado por la ventana; que al dejar al bebé, como también es labor de estas aves el rescate de ángeles perdidos, se había llevado a la madre confundiéndola con uno de ellos. Dejando de esta manera a ese hijo recién traído sin teta y a ellos, a partir de entonces, con esa costumbre perpetua, y estéril, de buscarla en la ventana cada amanecer.

Miguelángel Flores
Sabadell (Barcelona)