dimarts, 17 de gener del 2017

MICRORELATS DE DESEMBRE / MICRORRELATOS DE DICIEMBRE (2)




Publiquem els microrelats que van arribar a les deliberacions finals en la categoria en castellà de la convocatòria de desembre.

Recordem que els microrelats concursants publicats al blog s'inclouran en una publicació en paper que recollirà aquells textos guanyadors i finalistes de cada categoria de totes les convocatòries mensuals.





Publicamos los microrrelatos que llegaron a las deliberaciones finales en la categoría en castellano de la convocatoria de diciembre.

Recordamos que los microrrelatos concursantes publicados en el blog se incluirán en una publicación en papel que recogerá aquellos textos ganadores y finalistas de cada categoría de todas las convocatorias mensuales.









Baño de cortesía

Al estallar la vajilla entera a un tiempo, corrimos de la cocina al salón. En ese momento la tele explotaba como un obús, panorámico y de plasma. Espantados, huimos de nuevo, ahora hacia las habitaciones. Las camas habían desaparecido, tragadas por un suelo que ya tampoco existía. Fue difícil atravesar el largo pasillo, que se desmoronaba como un puente levadizo. Al final, volvimos a encontrarnos todos en el baño. Cada cual se acomodó como pudo. Llevamos aquí tres meses. Nadie se atreve a abrir la puerta del lavabo. No hacemos otra cosa que mirarnos unos a otros. Salvo cuando alguno quiere hacer sus necesidades, que entonces nos damos cortésmente la vuelta y cantamos bajito para que no se oiga nada.

Miguelángel Flores
Sabadell (Barcelona)









La ráfaga

Repican las campanas, medianoche. Una súbita ráfaga irrumpe en la capilla, impacta contra el brazo del artista y hace volar por los aires su pincel. Miguel Ángel se sacude la dolorida muñeca y ve unas marcas rojizas de las que asoma un hilo de sangre. Mira hacia abajo desde el andamiaje de madera y siente el inmenso abismo voltearle el estómago, se imagina en irremediable caída hacia los infiernos. Entonces, sin dudarlo, agarra la espátula, araña rápidamente el fragmento de pintura rosada que unía el dedo de su Adán, musculoso y desnudo, con el del anciano creador y los deja separados para siempre por un centímetro abismal e infranqueable.

Ignacio Rubio Arese
Madrid








Catálogo de libros inexistentes

A principios del siglo XXI el historiador alemán R. Erbe elaboró un registro de libros ficticios escritos por autores imaginarios, no solo de obras clásicas —el Necronomicon, del árabe loco Abdul Alhazred, o las inventadas por Borges, Rabelais o Italo Calvino entre otros ejemplos—, sino también de cualquiera que pudiese incorporarse a este índice, incluso las de más reciente creación, como Sobre los anagramas y su significado, tesis doctoral de la filóloga Fedora H. Eraer, el ensayo del premio Nobel R. Heir, Teoría y práctica del infinito, o las del sabio místico bizantino Ραφα Κληρονόμος, tan pertinentes, Vanitas vanitatum y Ad absurdum.
Además de la reseña de cada cita, que incluye también el contenido de estos libros, lo que hace a este Catálogo de libros inexistentes colosal e inabarcable es el hecho de que su autor incluyese el Catálogo de libros inexistentes en su propio Catálogo de libros inexistentes, que repite sucesivamente el Catálogo de libros inexistentes cada vez que se transcribe, como fue reproducido cuando a principios del siglo XXI el historiador alemán R. Erbe elaboró un registro de libros ficticios escritos por autores imaginarios.

Rafa Heredero García
Laguna de Duero (Valladolid)








Dinosaurios

Termina de abrocharse la camisa y después, tras anudarse la corbata, se mira al espejo. Una vez más tiene el deseo de morir. Tan solo le ocurre con una corbata, esa con enormes dinosaurios amarillos que le regaló su mujer un día de San Valentín. Es ponérsela y sentir que le cuesta respirar. “No me la pongo más”, dice entonces. Sin embargo, no hay día en el que los dinosaurios no acaben colgados en su cuello, ni hay día en el que no apriete ese nudo cada vez un poco más fuerte.

Roberto Rochas Lorenzo
Madrid








Ejecución ejecutiva

En el expediente del objetivo que leyó el asesino para aceptar el encargo, constaba su condición de empresaria fría y calculadora. Efectuó el disparo desde la azotea del edificio de enfrente, sin apresuramiento, metódico, marcando el ritmo impasible y despersonalizado que aconsejaban los manuales del buen francotirador. El proyectil atravesó limpiamente el vidrio de la ventana, y penetró entre las cejas. La cabeza le estalló como un melón, salpicando a los convocados alrededor de la mesa larga, de cubitos de hielo y gran cantidad de números, al parecer inconexos. Solo entonces los directivos de la empresa en la competencia presentes, pudieron descifrar las intenciones reales de esa reunión de trabajo.

Saturnino Rodríguez Riverón
La Habana (Cuba)