dissabte, 15 de desembre del 2018

MICRORELATS DE NOVEMBRE / MICRORRELATOS DE NOVIEMBRE (1)




Publiquem els microrelats que van arribar a les deliberacions finals en la categoria en castellà de la convocatòria de novembre.

Recordem que els microrelats concursants publicats al blog s'inclouran en una publicació en paper que recollirà aquells textos guanyadors i finalistes de cada categoria de totes les convocatòries mensuals.







Publicamos los microrrelatos que llegaron a las deliberaciones finales en la categoría en castellano de la convocatoria de noviembre.

Recordamos que los microrrelatos concursantes publicados en el blog se incluirán en una publicación en papel que recogerá aquellos textos ganadores y finalistas de cada categoría de todas las convocatorias mensuales.










Al filo

Llevábamos cerca de tres años ahorrando para aquella expedición y tenía que torcerse un tobillo justo a mitad de escalada. No paraba de quejarse y sollozar, y que no le moviéramos, decía, que le dolía horrores. O sea, que ni para adelante ni para atrás. Entonces ¿qué hacíamos? Dejarle allí, a veinte bajo cero, habría sido condenarle a una lenta agonía. Se le habían helado las lágrimas y la punta de la nariz la tenía renegrida, claramente principio de congelación. Y lo peor: más que hablar, farfullaba. Eso significaba que estaba empezando a delirar.
Entre los dos le sujetamos de los brazos y le ayudamos a levantarse. Al moverle, un pedrusco cayó al vacío. Me quedé mirando el abismo bajo nuestros pies y me dio por calcular cuánto tardaría en llegar al fondo.

Susana Revuelta Sagastizábal
Santander









El legado

Cuando murió el párroco de la pequeña comunidad rural (un hombre esquivo y taciturno a pesar de su misión), sus escasas pertenencias se repartieron siguiendo un criterio marcado por el sentido común. De sus objetos personales se hizo cargo el ama de llaves, mientras que su pequeña -aunque selecta- librería quedó depositada en la biblioteca municipal. La formaban sobre todo libros que habría recibido en señal de agradecimiento por su labor pastoral, conservados seguramente por razones afectivas y de cortesía. Muchos de ellos con su respectiva dedicatoria, circunstancia esta que dejó a la vista de todos el curioso círculo de tales amistades. Llamaban la atención las novelas románticas, abundantes en la colección, porque mostraban en su primera página mensajes explícitos de trazo femenino, que delataban cierta relación de complicidad con el texto en cuestión y con ello abrían la puerta a todo tipo de especulaciones. Así fue como los vecinos de aquella pequeña comunidad rural, tanto los creyentes como los que nunca iban a misa, desarrollaron por igual un fecundo, insobornable interés por la lectura.

Pedro Herrero Amorós
Castellar del Vallès (Barcelona)










Adrenalina

Las imágenes se suceden a toda velocidad. En el balcón de la cuarta planta sus cinco amigos beben alcohol. En la tercera cuatro niños saltan sobre el sofá. En la segunda tres turistas hacen las maletas. En la primera dos amantes caen rendidos. En el vestíbulo la belleza de la camarera impacta al recepcionista. En la piscina no hay nadie. El agua está fría, quizás, pero por veinte centímetros ya no importa.

Elena Bethencourt Rodríguez
Los Cristianos, Arona (Santa Cruz de Tenerife)










Excepciones a las normas

—Le prometo —dijo el anciano encargado del depósito haciendo una extraña mueca— que respetaré y haré respetar las normas que me hizo llegar por escrito.

—Me alegro —respondió sonriendo el nuevo gerente—; pero no se olvide permitir que de tanto en tanto salga alguna. No puede tenerlas encerradas como si fueran condenadas a prisión perpetua.

—Entiendo. —La expresión del rostro del viejo guardián se tornó agria y desconfiada—. Estoy a cargo de este depósito desde hace cientos de años. ¿Puedo pedirle que no me trate como al chico de los mandados?

—Alguna que otra, de vez en cuando —insistió el gerente, a sabiendas de lo que significaban las microficciones allí guardadas para el anciano. Es más celoso de lo que me informaron, reflexionó, y mucho más de lo que imaginaba.

—¿Puede ser esta? —dijo el encargado después de una larga pausa. No estaba del todo mal, con todos los riesgos que implicaba, dejar que una microficción nueva, sin corregir, saliera del depósito y viera la luz. Era lógico: el anciano, se aferraba a la esperanza de no tener que arriesgar ni una de las que atesoraba desde hacía tanto tiempo. El mundo editorial es despiadado.

Sergio Daniel Gaut vel Hartman
Buenos Aires (Argentina)










La cita

Mientras la espera, el taxidermista esconde el serrucho y la enorme cola de pez.

Francesc Barberá Pascual
Algemesí (Valencia)