dissabte, 16 de febrer del 2019

MICRORELATS DE GENER / MICRORRELATOS DE ENERO (1)




Publiquem els microrelats que van arribar a les deliberacions finals en la categoria en castellà de la convocatòria de gener.

Recordem que els microrelats concursants publicats al blog s'inclouran en una publicació en paper que recollirà aquells textos guanyadors i finalistes de cada categoria de totes les convocatòries mensuals.







Publicamos los microrrelatos que llegaron a las deliberaciones finales en la categoría en castellano de la convocatoria de enero.

Recordamos que los microrrelatos concursantes publicados en el blog se incluirán en una publicación en papel que recogerá aquellos textos ganadores y finalistas de cada categoría de todas las convocatorias mensuales.











Dios

En el mismo día y a la misma hora aseguraba estar en distintos lugares, y tanto podía testificar  el color de un cabello o la matrícula de un vehículo en un mismo lugar;  o reconocer a una persona o describir una breve situación, en otro. Nunca daba más de dos o tres detalles y aludía que el miedo lo había paralizado, que se había distraído o que solo miraba el terreno para huir de forma segura, sin tropezar o equivocarse. Todo lo declaraba con un firme juramento, y a veces los hacía con rarísimo vestuario, un disfraz o una leve caracterización. Por ello era el más requerido por los abogados prestigiosos, que lo apodaban “Dios”, puesto que estaba en todas partes; y que sabían que “Dios” era el mejor testigo falso que se ganaba la vida rondando los tribunales.

Coco Goicoa
Buenos Aires (Argentina)










Purga

Es su niño. Su creación. No quiere exagerar, pero, si no es perfecto, roza la perfección. ¡Le da tanta pena! Se le rompe el corazón. Lo acaricia una vez más, antes de echarlo al fuego. Crepitan las llamas purificadoras que iluminan la noche eterna, oscura como boca de lobo. Todos tienen que sacrificarse. Y él quiere formar parte del orden social que se avecina. Ellos están a las puertas con nuevos pogromos. Los libros primero, después ya dirán.

Lola Sanabria García
Madrid








The Three Doctors (Doctor Who).



Trastornos de personalidad

Me recibe un hombre que lleva una bata blanca con el logotipo del psiquiátrico. Antes de que empiecen las presentaciones, llega otro con idéntica indumentaria que le recrimina: “Fonsito, ¿otra vez haciéndote pasar por médico? Quítate esa ropa y vete ahora mismo a la sala de recreo si no quieres que te ponga una inyección”.
Perdone la escena -dice ahora dirigiéndose a mí- se trata de un paciente con trastorno de personalidad que por lo demás es bastante sumiso. Yo soy el doctor Torreiglesias, acompáñeme por favor a la habitación que le hemos asignado.
Le sigo la corriente mientras dura el trayecto. Me divierte pensar en la cara que pondrá cuando le diga que el doctor soy yo.

Paloma Casado Marco
Santander









El referendo

Todos estaban ahí, en la plaza, de rodillas, con las manos en la nuca. Eran miles, quizás millones; pero eso solo lo sabía él y sus diez hombres armados. Miró el bulto de papeles que acababan de trasladar al frente, todos con sus crucecitas en perfecto orden. Reflexionó un segundo, acarició su barba y tuvo una idea:
—La próxima vez no le preguntaremos a nadie.

Lester Daniel Fernández Ballester
Las Tunas (Cuba)










La llamada

Ya no quedan músicos en la ciudad. Primero desaparecieron los virtuosos de los instrumentos de cuerda. Les siguieron los de viento, cargados con sus clarinetes y trompetas avanzaron lentos pero resueltos. Los percusionistas dejaron atrás sus bombos y platillos para no ver entorpecido su avance. Los últimos fueron los instrumentistas eléctricos que, aunque rezagados, también cedieron al influjo de ese sonido fino, ese chillido reservado únicamente a tímpanos de sensibilidad superior que provenía de las alcantarillas de las afueras de la ciudad.

Yolanda Nava Miguélez
Trobajo del Camino (León)










La amenaza

Recibo la orden de abrir la zona fronteriza del Sur para evitar mayores altercados, y les digo a los soldados que se mantengan atentos por si tenemos que intervenir. Entonces los fugitivos comienzan a avanzar. Hombres, mujeres, niños. Son cientos de miles, exhaustos y desesperados. Millones, nos informan por radio. Les ofrecemos agua y comida, aunque pocos se detienen pese a estar hambrientos, e incluso estos continúan enseguida la marcha alejándose sin pausa hacia la frontera Norte. Es el miedo en sus caras lo que hace a muchos de mis hombres arrojar su fusil y acompañarlos en su huida, sin que pueda reprochárselo. Ninguno se atreve a mirar atrás. Los demás seguimos esperando.

Rafa Heredero García
Laguna de Duero (Valladolid)