Publiquem els microrelats que van arribar a les deliberacions finals en la categoria en castellà de la convocatòria de gener.
Recordem que els microrelats concursants publicats al blog s'inclouran en una publicació en paper que recollirà aquells textos guanyadors i finalistes de cada categoria de totes les convocatòries mensuals.
Publicamos los microrrelatos que llegaron a las deliberaciones finales en la categoría en castellano de la convocatoria de enero.
Recordamos que los microrrelatos concursantes publicados en el blog se incluirán en una publicación en papel que recogerá aquellos textos ganadores y finalistas de cada categoría de todas las convocatorias mensuales.
Dios
En el mismo día y a la misma hora aseguraba estar en
distintos lugares, y tanto podía testificar
el color de un cabello o la matrícula de un vehículo en un mismo
lugar; o reconocer a una persona o
describir una breve situación, en otro. Nunca daba más de dos o tres detalles y
aludía que el miedo lo había paralizado, que se había distraído o que solo
miraba el terreno para huir de forma segura, sin tropezar o equivocarse. Todo
lo declaraba con un firme juramento, y a veces los hacía con rarísimo
vestuario, un disfraz o una leve caracterización. Por ello era el más requerido
por los abogados prestigiosos, que lo apodaban “Dios”, puesto que estaba en
todas partes; y que sabían que “Dios” era el mejor testigo falso que se ganaba
la vida rondando los tribunales.
Coco Goicoa
Buenos Aires (Argentina)
Es su niño. Su creación. No quiere exagerar, pero, si no es
perfecto, roza la perfección. ¡Le da tanta pena! Se le rompe el corazón. Lo
acaricia una vez más, antes de echarlo al fuego. Crepitan las llamas
purificadoras que iluminan la noche eterna, oscura como boca de lobo. Todos
tienen que sacrificarse. Y él quiere formar parte del orden social que se
avecina. Ellos están a las puertas con nuevos pogromos. Los libros primero,
después ya dirán.
Lola Sanabria García
Madrid
Trastornos de personalidad
Me recibe un hombre que lleva una bata blanca con el
logotipo del psiquiátrico. Antes de que empiecen las presentaciones, llega otro
con idéntica indumentaria que le recrimina: “Fonsito, ¿otra vez haciéndote
pasar por médico? Quítate esa ropa y vete ahora mismo a la sala de recreo si no
quieres que te ponga una inyección”.
Perdone la escena -dice ahora dirigiéndose a mí- se trata de
un paciente con trastorno de personalidad que por lo demás es bastante sumiso.
Yo soy el doctor Torreiglesias, acompáñeme por favor a la habitación que le
hemos asignado.
Le sigo la corriente mientras dura el trayecto. Me divierte
pensar en la cara que pondrá cuando le diga que el doctor soy yo.
Paloma Casado Marco
Santander
El referendo
Todos estaban ahí, en la plaza, de rodillas, con las manos
en la nuca. Eran miles, quizás millones; pero eso solo lo sabía él y sus diez
hombres armados. Miró el bulto de papeles que acababan de trasladar al frente,
todos con sus crucecitas en perfecto orden. Reflexionó un segundo, acarició su
barba y tuvo una idea:
—La próxima vez no le preguntaremos a nadie.
Lester Daniel Fernández Ballester
Las Tunas (Cuba)
La llamada
Ya no quedan músicos en la ciudad. Primero desaparecieron
los virtuosos de los instrumentos de cuerda. Les siguieron los de viento,
cargados con sus clarinetes y trompetas avanzaron lentos pero resueltos. Los
percusionistas dejaron atrás sus bombos y platillos para no ver entorpecido su
avance. Los últimos fueron los instrumentistas eléctricos que, aunque
rezagados, también cedieron al influjo de ese sonido fino, ese chillido
reservado únicamente a tímpanos de sensibilidad superior que provenía de las
alcantarillas de las afueras de la ciudad.
Yolanda Nava Miguélez
Trobajo del Camino (León)
La amenaza
Recibo la orden de abrir la zona fronteriza del Sur para
evitar mayores altercados, y les digo a los soldados que se mantengan atentos
por si tenemos que intervenir. Entonces los fugitivos comienzan a avanzar.
Hombres, mujeres, niños. Son cientos de miles, exhaustos y desesperados.
Millones, nos informan por radio. Les ofrecemos agua y comida, aunque pocos se
detienen pese a estar hambrientos, e incluso estos continúan enseguida la
marcha alejándose sin pausa hacia la frontera Norte. Es el miedo en sus caras
lo que hace a muchos de mis hombres arrojar su fusil y acompañarlos en su
huida, sin que pueda reprochárselo. Ninguno se atreve a mirar atrás. Los demás
seguimos esperando.
Rafa Heredero García
Laguna de Duero (Valladolid)
Laguna de Duero (Valladolid)