Publiquem els microrelats que van arribar a les deliberacions finals en la categoria en castellà de la convocatòria de febrer.
Recordem que els microrelats concursants publicats al blog s'inclouran en una publicació en paper que recollirà aquells textos guanyadors i finalistes de cada categoria de totes les convocatòries mensuals.
Publicamos los microrrelatos que llegaron a las deliberaciones finales en la categoría en castellano de la convocatoria de febrero.
Recordamos que los microrrelatos concursantes publicados en el blog se incluirán en una publicación en papel que recogerá aquellos textos ganadores y finalistas de cada categoría de todas las convocatorias mensuales.
Una espinita en el corazón
Fue un día distinto como todos los demás, de sombras
alargadas. Quizá había sido la avispa mortecina que estrelló su aguijón contra
el brazo del niño; tal vez se clavó la criatura en el pie una alcayata
despechada con sed de venganza. No hubo sangre; ni tan siquiera encontramos el
agujerito. Al principio el bisbiseo nos pareció casi imperceptible; pero
obstinado. Con el tiempo era imposible no darse cuenta. Parecía un zumbido de
tarde de siesta con moscas borrachas. Cuando cruzábamos la calle le agarrábamos
la mano, que se le deshinchaba enseguida, como un globo que pierde aire con
silbido fofo. Se fue quedando enclenque y blando. Probamos con el fuelle y la
bomba de la bicicleta. El vientre se le inflaba unos momentos para acabar plano
y flácido. El muchacho se nos gastaba poco a poco. Una tarde, lo metí doblado
en una bolsa de plástico para que no se escurriera por alguna rejilla y en la
madrugada conduje hasta el mar, porque siempre quiso que se lo enseñara. En la
playa, con el fragor de las olas y el frescor de la brisa exhaló un último pfff
desgarrador. De felicidad, de alivio también.
Mei Morán
Freiburg (Alemanya)
Urgencia
En la pecera las horas transcurren verdosas y lentas. Nos miramos, sin párpados,
e intentamos hacer de la respiración un
arte. Con el oxígeno trasvasado desde las branquias modelamos burbujas
tornasoladas, que proyectamos con los labios hacia el aire enrarecido de la
sala. Algunas son esféricas y livianas como un suspiro, otras tienen la
angulosa geometría de la preocupación. Pueden crear inesperadas turbulencias
pero acaban fluyendo en mansas láminas.
Pescan a razón de un ejemplar por hora, ¿seré yo el siguiente?
nos oímos pensar. Una vez en el cedazo, unos sinuosos conductos te llevan a
otro compartimento: triaje, radiaciones, o una pecera menor. Eres observado por
expertos en partes invisibles. Luego regresas al tanque principal, a continuar
respirando tiempo y agua. De camino ves a otros que boquean, con las escamas
secas, al borde del acuario. Tú no quisieras acabar así, pero sabes que no
puedes elegir.
Por fin sales del Hospital, ese universo viscoso en el que
has tenido que ser pez. El aire penetra en tus pulmones ligero y frío. Dilatas
los sacos aéreos para perder densidad. Inspiras y tomas impulso, persuadiéndote
una vez más de que eres pájaro y sabes volar.
Paz Monserrat Revillo
Molins de Rei (Barcelona)
Los visitantes
Llegaron como se fueron: sin más explicaciones. Tipos rudos,
sabios, de vuelta de todo. Aproximando el oído a la orilla, eran capaces de
calcular la intensidad de las mareas o la altura máxima de las olas. Precisaban
el momento exacto en el que el fruto estaba maduro solo con lamer alguna de las
raíces del árbol. Y todo sin darse importancia. Eran máquinas humanas,
aguerridos como espartanos, precisos como la bala de un sicario, intuitivos,
auténticos semidioses. Luego fueron marchándose por turnos en rústicas balsas
que construían por decenas a diario, como en una cadena de montaje. En aquellas
embarcaciones nunca había sitio para mí. "Vamos llenos, prueba en la
próxima", repetían invariablemente. Hasta que zarpó la última de las
balsas y yo me quedé, de nuevo, solo en esta isla.
Ahora comprendo por qué, desde que ellos llegaron, todos se
dirigían a mí como “Náufrago”. A secas
José Manuel Dorrego Sáenz
Madrid
Madrid
AMOR(SE) O LOS TRANSOCEÁNICOS AMORES ENTRE DON MATEO ORDUÑA
Y SANCLEMENTE, DRAMATURGO Y MIEMBRO DE LA REAL ACADEMIA SEVILLANA DE BUENAS
LETRAS, Y DOÑA THERESA PENNINGTON, PRIMERA ACTRIZ DE LA COMPAÑÍA TEATRAL DE LOS
HERMANOS RIOPEDRE, DE GIRA EN BUENOS AIRES DURANTE LA PRIMAVERA DE 1846
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(1) -Cuelga tú.
-No, bobo, cuelga
tú.
Kandinsky y los círculos dentro de un círculo
La víspera, los vecinos de Roca Grande sacrificaban
gallinas, patos y conejos y hacían una gran comida al aire libre. A primeras
horas del día siguiente, en la estación reinaba el bullicio. Padres arrastrando
niños pequeños y maletas, jóvenes y ancianos con lo puesto subían al tren.
Querían cambiar de vida. Prosperar. La máquina y los vagones, de la época de
los dinosaurios, bufaba y se quejaba con un rechinar de bielas y latón que a
todos les encantaba. Pasaba por Roca Mediana donde se detenía por costumbre,
aunque nadie bajaba. Seguía hasta Roca Chica. Allí paraba para que algunos
pudieran salir un rato a estirar las piernas y admirar de nuevo la colección de
fotografías amarillentas pegadas en un gran panel. Algunos aún recordaban a Román Cerillas, el fotógrafo
oficial del recorrido. Una pena que nadie quisiera coger el testigo. Iban
dejando atrás pueblos y aldeas. Era noche cerrada cuando el tren llegaba a Roca
Grande. Bajaban en silencio, cansados de tanto viaje, cada uno a su hogar. Las
chimeneas escupían humo y el olor a coles hervidas llenaba las calles.
Lola Sanabria García
Madrid
Madrid