dijous, 21 de gener del 2016

NOVETATS A LA MICROBIBLIOTECA / NOVEDADES EN LA MICROBIBLIOTECA (63)






Fitxa bibliogràfica / Ficha bibliográfica

Signatura                    N Mro
Classificació                872.4"19"
Autor                          Mrozek, Slawomir
Títol                            La Vida difícil / Slawomir Mrozek ; 
                                  traducción de Bozena Zaboklicka y Francesc Miravitlles
Publicació                   Barcelona : Acantilado, 2002
Descripció física          196 p. ; 21 cm
Col·lecció                    Narrativa del Acantilado ; 33
ISBN / ISSN                8495359863







Academia de ciencias

Desde aquella montaña se divisaban los valles en toda su amplitud, y en el suelo había dos vigas cruzadas.
-Ahora túmbate -dijo el mayor.
-¿Y para qué me tengo que tumbar?
-Para descansar. La montaña es escarpada, te has cansado. No, no en el suelo, sobre las vigas.
-¿Por qué sobre las vigas?
-Porque la tierra está húmeda después de la lluvia, podrías coger un resfriado. Sí, eso es, y ahora abre los brazos.
-¿Por qué?
-Porque así se respira mejor. Y junta las piernas.
Me sujetaron las manos por las muñecas y las piernas por los tobillos; me los apretaron contra la madera. Sacaron un martillo y unos clavos y se pusieron a clavar.
-¿Por qué me estáis clavando?
-Para que no caigas cuando te pongamos derecho. Podrías caer y golpearte, o hasta podrías herirte o romperte un brazo o una pierna. Y si te clavamos, los clavos te sujetarán. No te caerás.
-Pero ¿para qué queréis ponerme derecho?
-Desde aquí, desde esta montaña hay muy buena vista, pero para ti, desde arriba, será todavía mejor. Porque estarás todavía más arriba.
Me levantaron tendido sobre las vigas, la viga vertical la clavaron en la tierra y la reforzaron con unas piedras.
-Ya está -dijeron. Estaban contentos con su trabajo.
-Bueno, pues nosotros ya nos vamos -dijo el mayor poniéndose el casco que se había quitado, pues había sudado mientras trabajaba-. Y tú te quedarás aquí.
-¿Y por qué tengo que quedarme aquí?
-Para que reflexiones sobre els sentido del sufrimiento. Es decir, para que descubras qué significa en el fondo el dolor. Cuando descubras algo, lo explicarás.
-Pero ¿por qué tengo que descubrir algo?
-¿Qué pasa? ¿Te gustaría sufrir sin sentido? está mal hermano, está mal. Todo tiene que tener un sentido.
Empezaron a descender la montaña, alejándose hacia abajo.
-Pero ¿a quién se lo voy a contar -les grité -si vosotros ya no estaréis aquí?
No contestaron, porque ya no estaban.

Slawomir Mrozek








Fitxa bibliogràfica / Ficha bibliográfica

Signatura                    N Zal
Classificació                834.4"19"
Autor                          Zaldua, Iban
Títol                            La Isla de los antropólogos y otros relatos / Iban Zaldua
Publicació                   Madrid : Lengua de trapo, 2002
Descripció física          158 p. ; 22 cm
Col·lecció                    Nueva biblioteca (Lengua de Trapo) ; 65
ISBN / ISSN                8489618798






Lucius

Por la módica suma de 5000 liras Carlo, vecino de Barleta, se ofrece para acompañar a los turistas a la explanada donde se celebró la batalla de Cannas (216 a. C.). Les lleva a ver un lugar en el que, aparte de un horrible monolito conmemorando el suceso, hay un merendero y unas cuantas villitas muy venidas a menos. Carlo les enseña, lo mismo que los otros días, la disposición de los ejércitos romano y cartaginés, dónde se colocaron las tropas auxiliares, por qué lugar avanzaron los pocos elefantes que le quedaban a Aníbal, cuáles fueron los movimientos que le dieron el triunfo. Pero Carlo reserva una atracción suplementaria a quienes le acompañan: la posibilidad de ver, oír e incluso preguntar al verdadero espíritu de uno de los legionarios romanos que murieron en la batalla, cuyo fantasma sigue vagando por los alrededores. Un espectro azulado, de ojos tristes, vestido aún de hierro y cuero, sin lanza, sin espada, sin escudo... los perdió durante la refriega, suele contestar cuando se lo preguntan. Cuenta muchas cosas: cómo lo movilizaron ante el peligro que se cernía sobre Roma, cómo le prometieron una parcela si vencían al enemigo, cómo adquirió las armas y el equipo -se acuerda incluso de los precios-, como él y sus camaradas apenas recibieron entrenamiento militar, cómo lo mataron nada más comenzar la batalla; al relatar este episodio aparta el peto y muestra una enorme herida que le cruza el pecho de lado a lado. Habla también de la vida en la ciudad, del aroma de las tahonas, del olor del pescado, de las prostitutas del barrio. Se niega a contestar algunas preguntas, otras veces se encierra en un silencio que parece durar siglos, pero, por lo general, la gente suele dar sus 5000 liras por bien empleadas: el guía es guapo, la visita les ha parecido fascinante, las explicaciones muy claras y todos se felicitan por lo bien que han entendido el latín del fantasma.

Iban Zaldua