Publiquem els microrelats que van arribar a les deliberacions finals en la categoria en castellà de la convocatòria de desembre.
Recordem que els microrelats concursants publicats al blog s'inclouran en una publicació en paper que recollirà aquells textos guanyadors i finalistes de cada categoria de totes les convocatòries mensuals.
Publicamos los microrrelatos que llegaron a las deliberaciones finales en la categoría en castellano de la convocatoria de diciembre.
Recordamos que los microrrelatos concursantes publicados en el blog se incluirán en una publicación en papel que recogerá aquellos textos ganadores y finalistas de cada categoría de todas las convocatorias mensuales.
Baño de cortesía
Al estallar la vajilla entera a un tiempo, corrimos de la
cocina al salón. En ese momento la tele explotaba como un obús, panorámico y de
plasma. Espantados, huimos de nuevo, ahora hacia las habitaciones. Las camas
habían desaparecido, tragadas por un suelo que ya tampoco existía. Fue difícil
atravesar el largo pasillo, que se desmoronaba como un puente levadizo. Al
final, volvimos a encontrarnos todos en el baño. Cada cual se acomodó como
pudo. Llevamos aquí tres meses. Nadie se atreve a abrir la puerta del lavabo.
No hacemos otra cosa que mirarnos unos a otros. Salvo cuando alguno quiere
hacer sus necesidades, que entonces nos damos cortésmente la vuelta y cantamos
bajito para que no se oiga nada.
Miguelángel Flores
Sabadell (Barcelona)
La ráfaga
Repican las campanas, medianoche. Una súbita ráfaga irrumpe
en la capilla, impacta contra el brazo del artista y hace volar por los aires
su pincel. Miguel Ángel se sacude la dolorida muñeca y ve unas marcas rojizas
de las que asoma un hilo de sangre. Mira hacia abajo desde el andamiaje de
madera y siente el inmenso abismo voltearle el estómago, se imagina en
irremediable caída hacia los infiernos. Entonces, sin dudarlo, agarra la
espátula, araña rápidamente el fragmento de pintura rosada que unía el dedo de
su Adán, musculoso y desnudo, con el del anciano creador y los deja separados
para siempre por un centímetro abismal e infranqueable.
Ignacio Rubio Arese
Madrid
Catálogo de libros inexistentes
A principios del
siglo XXI el historiador alemán R. Erbe elaboró un registro de libros ficticios
escritos por autores imaginarios, no solo de obras clásicas —el Necronomicon,
del árabe loco Abdul Alhazred, o las inventadas por Borges, Rabelais o Italo
Calvino entre otros ejemplos—, sino también de cualquiera que pudiese
incorporarse a este índice, incluso las de más reciente creación, como Sobre
los anagramas y su significado, tesis doctoral de la filóloga Fedora H.
Eraer, el ensayo del premio Nobel R. Heir, Teoría y práctica del
infinito, o las del sabio místico bizantino Ραφα Κληρονόμος, tan
pertinentes, Vanitas vanitatum y Ad absurdum.
Además de la
reseña de cada cita, que incluye también el contenido de estos libros, lo que
hace a este Catálogo de libros inexistentes colosal e
inabarcable es el hecho de que su autor incluyese el Catálogo de libros
inexistentes en su propio Catálogo de libros inexistentes,
que repite sucesivamente el Catálogo de libros inexistentes cada
vez que se transcribe, como fue reproducido cuando a principios del siglo XXI
el historiador alemán R. Erbe elaboró un registro de libros ficticios escritos
por autores imaginarios.
Rafa Heredero
García
Laguna de Duero
(Valladolid)
Dinosaurios
Termina de abrocharse la camisa y después,
tras anudarse la corbata, se mira al espejo. Una vez más tiene el deseo de
morir. Tan solo le ocurre con una corbata, esa con enormes dinosaurios
amarillos que le regaló su mujer un día de San Valentín. Es ponérsela y sentir
que le cuesta respirar. “No me la pongo más”, dice entonces. Sin embargo, no
hay día en el que los dinosaurios no acaben colgados en su cuello, ni hay día
en el que no apriete ese nudo cada vez un poco más fuerte.
Roberto Rochas
Lorenzo
Madrid
Ejecución
ejecutiva
En el expediente
del objetivo que leyó el asesino para aceptar el encargo, constaba su condición
de empresaria fría y calculadora. Efectuó el disparo desde la azotea del
edificio de enfrente, sin apresuramiento, metódico, marcando el ritmo impasible
y despersonalizado que aconsejaban los manuales del buen francotirador. El
proyectil atravesó limpiamente el vidrio de la ventana, y penetró entre las
cejas. La cabeza le estalló como un melón, salpicando a los convocados
alrededor de la mesa larga, de cubitos de hielo y gran cantidad de números, al
parecer inconexos. Solo entonces los directivos de la empresa en la competencia
presentes, pudieron descifrar las intenciones reales de esa reunión de trabajo.
Saturnino
Rodríguez Riverón
La Habana (Cuba)
La Habana (Cuba)