Fitxa bibliogràfica
Signatura N Her
Classificació 834B.4"19"
Autor Herra, Rafael Ángel
Títol Verde bestiario : microrrelatos vegetales / Rafael Ángel Herra
Edició Primera edició
Publicació Granada : Esdrújula Ediciones, abril 2024
Descripció física 101 pàgines ; 22 cm
Col·lecció Etcétera
ISBN / ISSN 9788412683851
Matèria Microrelats
Grandes virtudes
Yo, dice el laurel, yo más que nadie merezco la gloria, porque mis ramas trenzadas coronan a los atletas.
¿No alabó el poeta al héroe ducho en ardides cuando comparó su cabellera con la flor del jacinto? ¿Quién conoce una virtud mayor?
Nadie les crea, no les crean ni al laurel ni al jacinto, dice el acanto: frente a ellos, mi virtud es única; todos lo saben: sobre los capiteles, hechos a imagen y semejanza mía, se apoya el templo de los dioses convertido en mármol.
No soy tan pretenciosa, les dijo la cicuta, y calló.
Rafael Ángel Herra
Fitxa bibliogràfica
Signatura N Min
Classificació 834.40"19/20"
Títol Minicuentos y fulgores : homenaje a Luis Mateo Díez y José María Merino /
edición de Natalia Álvarez Méndez y Ángeles Encinar
Edició Primera edició
Publicació [León] : Eolas Ediciones, octubre de 2022
Descripció física 149 pàgines ; 20 cm
Col·lecció Narrativas de lo insólito ; 25
ISBN / ISSN 9788419453075
Matèria Microrelats
Autora secundària Álvarez Méndez, Natalia
Autora secundària Encinar, María Ángeles
Lo que queda por contar
Mi abuela contaba cuentos de fantasmas. Creía en los visitantes del más allá. La acompañaban en su vejez tan poco solitaria. Ella les daba conversación, los escuchaba. << Solo quieren que alguien les haga caso, como todos >>, decía. También les contaba cosas y, según decía, los fantasmas eran un público atento y considerado.
En casa de mi abuela existía el rincón de los aparecidos. Era el lugar donde se materializaban los regresados, los entes, los visitantes. El más asiduo de todos era mi abuelo. Regresaba vestido con un traje de chaqueta de color nazareno -el mismo con el que lo enterraron unos doce años antes- y un mechón de pelo alborotado en la cabeza. Se conoce que venía de muy lejos, y que acaso por el camino se había enfrentado a alguna ventisca. Mi abuela lo peinaba, amorosa, con las manos, antes de arrimar una silla y sentarse frente a él. Durante un buen rato hablaban de todo -principalmente cuestiones familiares, había mucho por contar- hasta que de pronto a él le entraban las urgencias por marcharse. Los fantasmas tienen muchas urgencias, de las que apenas se conoce nada. Mi abuela siempre decía: << Es su forma de existir. y en el fondo les gusta. No quieren ser otra cosa, sino lo que son >>.
Creo que mi abuela también quería ser fantasma. Me atrevo a asegurar que lo estaba deseando. Desde que murió, busco entre los vivos evidencias de su presencia. Pequeños indicios en los comentarios de los familiares por los que sentía más apego. Anécdotas referidas con el asombro que genera lo inexplicable.
Cada vez que entro en el sótano de mi casa, espero encontrarla allí. Nunca he tenido esa suerte. Tampoco sé por qué debería preferir el sótano. Alguien me dijo alguna vez que el espectro de mi abuela vagaba por sus pasillos, los de una casa familiar que se vendió hace años. Que no iba sola, sino en compañía de un señor con traje de color nazareno, y que se les veía conformes, acaso felices.
Yo no pierdo la esperanza. Desearía formularle algunas preguntas. Estoy segura de que disfrutaría al responderlas. Ella y yo sabemos que queda mucho por contar.
Care Santos