dimarts, 15 de maig del 2018

MICRORELATS D'ABRIL / MICRORRELATOS DE ABRIL (2)



Publiquem els microrelats que van arribar a les deliberacions finals en la categoria en castellà de la convocatòria d'abril.

Recordem que els microrelats concursants publicats al blog s'inclouran en una publicació en paper que recollirà aquells textos guanyadors i finalistes de cada categoria de totes les convocatòries mensuals.







Publicamos los microrrelatos que llegaron a las deliberaciones finales en la categoría en castellano de la convocatoria de abril.

Recordamos que los microrrelatos concursantes publicados en el blog se incluirán en una publicación en papel que recogerá aquellos textos ganadores y finalistas de cada categoría de todas las convocatorias mensuales.









Manolita y la Virgen

A Manolita, la Virgen le tiene tanta confianza que se le aparece en jeans y camiseta. Dice que el manto con tantas estrellitas le pesa una barbaridad y que la corona se le clava. Dice que así, vestida “casual”, está mucho más cómoda.
Al principio, como nadie más que ella la veía, Manolita creyó que se había vuelto loca, pero la Virgen argumentó que los locos ignoran que lo están, así que ella, al reconocerlo, está más cuerda que la mayoría.
También le ha dado muy buenos consejos, como el de hacer un estudio de mercado antes de abrir el puesto de castañas asadas que tenía previsto y abandonar al borracho de su marido.
Gracias a esas recomendaciones, a Manolita le ha cambiado la vida. Ha llegado a tanta familiaridad con la Virgen que a veces le recuerda a su nieta Mari Carmen.

Paloma Casado Marco
Santander











2518

Algunas noches –cuando en la tele no ponen nada interesante y hace calor y hay luna llena– mi mujer y yo copulamos. O, como le gusta decir a ella, hacemos el amor. Tiene un corazón de los de antes y se refiere a ciertas cosas como si no hubieran dejado de existir, así le duele menos su ausencia. Trabaja en la Universidad dando clases de Historia de los siglos XX, XXI y XXII, y cree que entonces el mundo era un lugar mejor. Además del amor, lamenta sobre todo la extinción de los poetas, los bailes folclóricos y las ballenas. En cambio, yo, que tengo el corazón transgénico y carezco de sentimientos, lo que recuperaría de aquellos tiempos sería el fútbol. Pelé, Maradona, Messi, qué hombres, lástima que las técnicas de criogenización se desarrollasen después.
Ayer, tras la cópula, salimos a pasear. La temperatura nocturna alcanzaba tantos grados que de no ser sintética nuestra piel, nos habríamos deshidratado de inmediato. Fuimos hasta el parque de sicomoros. Por suerte, ningún cuerpo colgaba de las ramas. Sentados en un banco, a la luz de la luna, ella me confesó que se sentía muy sola y quería adoptar un dogcat. Se echó a llorar y lloró dieciséis minutos. A veces no la entiendo.

Asun Gárate Iguarán
Bilbao









Enseñanza práctica

Ayer el maestro nos enseñó la circulación de la sangre.
Luisito ya no volvió a la escuela.
Hoy nos enseñará como funcionan los riñones.
Cuando ha entrado nos hemos acurrucado al final de la clase.
Todos temblamos.
Yo espero que no me toque a mí.
Quiero seguir aprendiendo.

Antonia García Lago
Barberà del Vallès (Barcelona)












Arte contemporáneo

El documental muestra cómo las hormigas de una zona residencial de Dakota del Sur arrastran confeti. Según la ficha, el día anterior se había celebrado allí el décimo cumpleaños de una niña de la que no se aporta más información. Como es habitual en su obra, el autor ha grabado a los insectos sin interferir en su quehacer: el esforzado y, en apariencia, innecesario trajín a través del porche y el jardín hasta llegar a su hormiguero. Hay algo de hipnótico, desmesurado, en el silencio que acompaña ese extraño comportamiento. Los invitados a la galería, unos pocos afortunados que están visionando el estreno, no pierden detalle; escogen algún canapé de salmón o espuma de marisco al paso de las bandejas, en silencio, desperdigados por el espacio encerado. Nadie podría cruzar un río de lava saltando de cabeza en cabeza. Además, sus siluetas parecen algo encogidas; quizá echan de menos el cálido abrazo de las pieles que, colgadas en el guardarropa, recuperarán cuando el acto acabe. Entonces abandonarán la sala, los restos de hojaldre en el suelo, y las cámaras de seguridad dejarán de grabar.

Asier Susaeta Diez de Baldeón
Vitoria-Gasteiz (Araba)










-El miedo-

Llevaban semanas esperando y bastó un silbido similar al de una flecha para que se desatara el caos. Lucharon hasta la extenuación, contra sombras durante toda la noche, y sólo al amanecer se dieron cuenta de que nunca hubo un ejército enemigo en el campo de batalla. Los dos únicos soldados que sobrevivieron, conscientes entonces del error, se miraron por unos segundos, y comenzaron a correr bañados en sangre, el uno hacia el otro, con la espada en alto y una sed insaciable aún grabada en los ojos.

Raúl Clavero Blázquez
Madrid









El ensayo

A la abuela Estela le gustaban los funerales. Recordaba el del tío Federico, con carruaje de caballos negros engalanados de penachos y cochero de chistera. O el de Ana, que tanto la impresionó de chica por su corte de plañideras. Nos contaba el entierro de Alba, que murió muy niña y a la que dieron sepultura en un ataúd blanco. Recordaba funerales y lloraba. Lloraba amargamente porque no iba a ver el suyo. Tenía previsto el lugar del cementerio donde descansaría y el hábito marrón, guardado entre alcanfor. En su 99 cumpleaños, viéndola tan consumida, decidimos regalarle un ensayo de funeral. Había que verla tan seria, haciéndose la muerta en el ataúd de roble con herrajes de latón pulido, con las manitas cruzadas encima del pecho. Lo quietecita que se estuvo mientras la portamos a hombros hasta el cementerio. No dijo ni palabra cuando bajamos la tapa. Ni cuando la instalamos en el nicho y colocamos la lápida. Estaba tan feliz que hemos decidido dejar que lo disfrute ya para toda la Eternidad.

Rosa Martínez Famelgo
Valladolid