Publiquem els microrelats que van arribar a les deliberacions finals en la categoria en castellà de la convocatòria d'abril.
Recordem que els microrelats concursants publicats al blog s'inclouran en una publicació en paper que recollirà aquells textos guanyadors i finalistes de cada categoria de totes les convocatòries mensuals.
Publicamos los microrrelatos que llegaron a las deliberaciones finales en la categoría en castellano de la convocatoria de abril.
Recordamos que los microrrelatos concursantes publicados en el blog se incluirán en una publicación en papel que recogerá aquellos textos ganadores y finalistas de cada categoría de todas las convocatorias mensuales.
Manolita y la Virgen
A Manolita, la Virgen le tiene tanta confianza que se le
aparece en jeans y camiseta. Dice que
el manto con tantas estrellitas le pesa una barbaridad y que la corona se le
clava. Dice que así, vestida “casual”, está mucho más cómoda.
Al principio, como nadie más que ella la veía, Manolita
creyó que se había vuelto loca, pero la Virgen argumentó que los locos ignoran
que lo están, así que ella, al reconocerlo, está más cuerda que la mayoría.
También le ha dado muy buenos consejos, como el de hacer un
estudio de mercado antes de abrir el puesto de castañas asadas que tenía
previsto y abandonar al borracho de su marido.
Gracias a esas recomendaciones, a Manolita le ha cambiado la
vida. Ha llegado a tanta familiaridad con la Virgen que a veces le recuerda a
su nieta Mari Carmen.
Paloma Casado Marco
Santander
2518
Algunas noches –cuando en la tele no ponen nada interesante
y hace calor y hay luna llena– mi mujer y yo copulamos. O, como le gusta decir
a ella, hacemos el amor. Tiene un
corazón de los de antes y se refiere a ciertas cosas como si no hubieran dejado
de existir, así le duele menos su ausencia. Trabaja en la Universidad dando
clases de Historia de los siglos XX, XXI y XXII, y cree que entonces el mundo
era un lugar mejor. Además del amor, lamenta sobre todo la extinción de los
poetas, los bailes folclóricos y las ballenas. En cambio, yo, que tengo el
corazón transgénico y carezco de sentimientos, lo que recuperaría de aquellos
tiempos sería el fútbol. Pelé, Maradona, Messi, qué hombres, lástima que las
técnicas de criogenización se desarrollasen después.
Ayer, tras la cópula, salimos a pasear. La temperatura
nocturna alcanzaba tantos grados que de no ser sintética nuestra piel, nos
habríamos deshidratado de inmediato. Fuimos hasta el parque de sicomoros. Por
suerte, ningún cuerpo colgaba de las ramas. Sentados en un banco, a la luz de
la luna, ella me confesó que se sentía muy sola y quería adoptar un dogcat. Se
echó a llorar y lloró dieciséis minutos. A veces no la entiendo.
Asun Gárate Iguarán
Bilbao
Enseñanza práctica
Ayer el maestro nos enseñó la circulación de la sangre.
Luisito ya no volvió
a la escuela.
Hoy nos enseñará como funcionan los riñones.
Cuando ha entrado nos hemos acurrucado al final de la clase.
Todos temblamos.
Yo espero que no me toque a mí.
Quiero seguir
aprendiendo.
Antonia García Lago
Barberà del Vallès (Barcelona)
Arte contemporáneo
El documental muestra cómo las hormigas de una zona
residencial de Dakota del Sur arrastran confeti. Según la ficha, el día
anterior se había celebrado allí el décimo cumpleaños de una niña de la que no
se aporta más información. Como es habitual en su obra, el autor ha grabado a
los insectos sin interferir en su quehacer: el esforzado y, en apariencia,
innecesario trajín a través del porche y el jardín hasta llegar a su
hormiguero. Hay algo de hipnótico, desmesurado, en el silencio que acompaña ese
extraño comportamiento. Los invitados a la galería, unos pocos afortunados que
están visionando el estreno, no pierden detalle; escogen algún canapé de salmón
o espuma de marisco al paso de las bandejas, en silencio, desperdigados por el
espacio encerado. Nadie podría cruzar un río de lava saltando de cabeza en
cabeza. Además, sus siluetas parecen algo encogidas; quizá echan de menos el
cálido abrazo de las pieles que, colgadas en el guardarropa, recuperarán cuando
el acto acabe. Entonces abandonarán la sala, los restos de hojaldre en el
suelo, y las cámaras de seguridad dejarán de grabar.
Asier Susaeta Diez de Baldeón
Vitoria-Gasteiz (Araba)
-El miedo-
Llevaban semanas esperando y bastó un silbido similar al de
una flecha para que se desatara el caos. Lucharon hasta la extenuación, contra
sombras durante toda la noche, y sólo al amanecer se dieron cuenta de que nunca
hubo un ejército enemigo en el campo de batalla. Los dos únicos soldados que
sobrevivieron, conscientes entonces del error, se miraron por unos segundos, y
comenzaron a correr bañados en sangre, el uno hacia el otro, con la espada en
alto y una sed insaciable aún grabada en los ojos.
Raúl Clavero Blázquez
Madrid
El ensayo
A la abuela Estela le
gustaban los funerales. Recordaba el del tío Federico, con carruaje de caballos
negros engalanados de penachos y cochero de chistera. O el de Ana, que tanto la
impresionó de chica por su corte de plañideras. Nos contaba el entierro de
Alba, que murió muy niña y a la que dieron sepultura en un ataúd blanco.
Recordaba funerales y lloraba. Lloraba amargamente porque no iba a ver el suyo.
Tenía previsto el lugar del cementerio donde descansaría y el hábito marrón,
guardado entre alcanfor. En su 99 cumpleaños, viéndola tan consumida, decidimos
regalarle un ensayo de funeral. Había que verla tan seria, haciéndose la muerta
en el ataúd de roble con herrajes de latón pulido, con las manitas cruzadas
encima del pecho. Lo quietecita que se estuvo mientras la portamos a hombros
hasta el cementerio. No dijo ni palabra cuando bajamos la tapa. Ni cuando la
instalamos en el nicho y colocamos la lápida. Estaba tan feliz que hemos
decidido dejar que lo disfrute ya para toda la Eternidad.
Rosa Martínez Famelgo
Valladolid
Valladolid