dimecres, 15 de març del 2023

MICRORELATS DE FEBRER / MICRORRELATOS DE FEBRERO (2)

 


Publiquem els microrelats que van arribar a les deliberacions finals en la categoria en castellà de la convocatòria de febrer.


Recordem que els microrelats concursants publicats al blog s'inclouran en una publicació en paper que recollirà aquells textos guanyadors i finalistes de cada categoria de totes les convocatòries mensuals.




Publicamos los microrrelatos que llegaron a las deliberaciones finales en la categoría en castellano de la convocatoria de febrero.

Recordamos que los microrrelatos concursantes publicados en el blog se incluirán en una publicación en papel que recogerá aquellos textos ganadores y finalistas de cada categoría de todas las convocatorias mensuales.








 

Condiciones climatológicas adversas

Una densa capa de niebla se instaló en casa. Lo más gracioso es que ni siquiera era invierno. Al principio fue un auténtico problema. Nos chocábamos por el pasillo o nos sentábamos encima de alguien. Mi hermano mayor, que es más ordenado y estudia ingeniería, nos convocó a una reunión y establecimos unas normas y unos turnos para las zonas comunes. Dejamos de ver la televisión y escuchábamos la radio. O charlábamos durante horas. Así fue como descubrimos anécdotas de cuando mis padres eran pequeños o mi abuela tan joven que ni siquiera la reconoceríamos. Y todos reíamos. Siempre eran las mismas historias y cuando alguien las volvía a explicar, acabábamos al unísono la frase y de nuevo reíamos. Qué divertido era. Digo era porque un día mi hermano, el ingeniero, increpó a la abuela que era la enésima vez que lo explicaba y que ya no tenía gracia. El silencio se apoderó de nosotros. Ni siquiera la niebla pudo con él. De vez en cuando sentimos nuestras respiraciones o un leve roce al cruzarnos por el pasillo. Y sabemos que nadie se ha ido porque al que le toca fregar los platos, siempre se los encuentra vacíos.

Beatriz Díaz Rodríguez

Barberà del Vallès (Barcelona)







 

Cría cuervos

«En este trabajo no se pueden tener escrúpulos», solía decirme mi padre siempre después de matar. Me repateaba oír la dichosa frase una y otra vez, pero asentía en silencio mientras que lanzaba al río el cuerpo del desgraciado que acabáramos de asesinar. De todas formas, el tipo era bueno en lo que hacía. De él no solo aprendí el oficio, sino a acatar las órdenes sin pestañear. Lo que nunca me enseñó es a leer ni a escribir. El pobre diablo era analfabeto, por lo que me tocó buscarme la vida y estudiar. Aunque reconozco que no había nadie igual para la tortura o la extorsión, su fallo era que los papeles le daban grima. Prefería las comunicaciones de palabra, cara a cara o con una llamada telefónica. Ya estaba muy mayor. Fue una suerte que el jefe enviara por carta el último encargo.

Jesús Navarro Lahera

Madrid

 






 

Elige tu propia aventura

Apareciste al escoger continuar por la página 5 y me enamoraste con solo leer tus ojos almendrados. Al final de la 8 tomé la siguiente decisión (perseguir tu elegante figura de presunta Mata Hari en lugar de ir tras los tres individuos de acento ruso) y nos casamos al principio de la 15. Terminando ese capítulo habían nacido nuestros dos hijos. Unas cuantas páginas después, un poco aburrido de tantas descripciones sin acción, te fui infiel. Crisis que superamos al elegir correctamente pasar página y empezar de cero en la 54. Pero hartos de compartir cama y lectura, en la siguiente bifurcación nos separamos. Yo a la 89, tú tras tu sueño de Hollywood. Entonces todo se descalabró y me di cuenta de que quisiera seguir leyéndote toda la vida.

Busco desesperado el desvío que me lleve otra vez a ti. Pero me temo que tú ya te has cambiado de libro.

Patricia Collazo González

Alcobendas (Madrid)

 






 

Desocupada

Confiando plenamente, dejó de cerrar con dos vueltas de llave al ausentarse. Desde que había oído hablar de ellos, no se los quitaba de la cabeza. A veces salía sin necesidad y aguardaba en la esquina durante horas, convencida de que llegado el momento podría persuadirlos con facilidad. Había pensado ofrecerles ser la abuela, una madre viuda, la suegra, una tía del pueblo: lo que quisieran, con tal de que aceptaran. Estaba decidida a conseguir que una familia entera entrara a ocupar el vacío de su casa y acabar así, de una vez, con la despoblación de su pecho.

Miguelángel Flores

Sabadell (Barcelona)