dilluns, 13 de desembre del 2021

MICRORELATS DE NOVEMBRE / MICRORRELATOS DE NOVIEMBRE (1)

 


Publiquem els microrelats que van arribar a les deliberacions finals en la categoria en castellà de la convocatòria de novembre.


Recordem que els microrelats concursants publicats al blog s'inclouran en una publicació en paper que recollirà aquells textos guanyadors i finalistes de cada categoria de totes les convocatòries mensuals.




Publicamos los microrrelatos que llegaron a las deliberaciones finales en la categoría en castellano de la convocatoria de noviembre.

Recordamos que los microrrelatos concursantes publicados en el blog se incluirán en una publicación en papel que recogerá aquellos textos ganadores y finalistas de cada categoría de todas las convocatorias mensuales.





Final cut

El productor apura la copa de armañac y se desnuda con calma, satisfecho de que, por fin, la actriz haya entrado en razón. Una sutil amenaza de despido siempre funciona. La observa en plano general. Después, unos cuantos primeros planos: ojos, pechos, labios. Corre las cortinas y enciende la lámpara de la mesilla.

-¡Luces y acción! – ordena, sonriente. La mujer se le aproxima en un travelling contrapicado. Paso firme. Pelo recogido. Zoom de acercamiento hacia unas tijeras escondidas en la palma de su mano derecha.

-Corten – susurra ella.

Él grita. Una paloma alza el vuelo en panorámica sobre el tejado del hotel. Fundido a negro.

Raúl Clavero Blázquez

Madrid

 




Se busca...

Era el bandido más preciado de todo el lejano oeste. Llevaba años en búsqueda y captura, y ofrecían una buena recompensa por él. Pero lo reclamaban vivo, sin este detalle ya le habrían disparado hace tiempo. Fueron muchos los pistoleros que le dieron caza en un remoto condado y luego tenían que llevarlo hasta el sheriff que pagaría por él, aunque nunca alcanzaban al destino con el prisionero: siempre lograba escapar a pocas millas de la población.

El fugitivo había dado el mayor golpe jamás visto al atracar el banco cuando rebosaba oro y diamantes extraídos de la mina vecina, convirtiéndose en un hombre odiado y envidiado. Desde entonces, se puso precio a su cabeza. De hecho, él mismo compensó con una jugosa cantidad al sheriff para que fijara la retribución solo si lo entregaban con vida. También premiaba con una generosa paga a quien, en una parada de la diligencia cercana al pueblo, le ayudaba a huir con un meticuloso plan sin que nadie resultara herido. Y es que al ladrón le gustaba viajar acompañado y lo conseguía cada vez que se dejaba atrapar por un cazarrecompensas bien lejos de su hogar.

M.Carme Marí

Castelldefels (Barcelona)






Píldoras para perder el miedo

Desde niño, Octavio siempre ha tenido miedo a equivocarse. Se lo inoculó su madre de un bofetón, tras confundirse de marca de tabaco. Aunque el enrojecimiento de su mejilla desapareció en horas, aquello bloqueó algo en su mente.

Años después, dejó los estudios, incapaz de afrontar el examen más sencillo. Se sentaba ante la hoja, leía las preguntas y se paralizaba.

Ahora es operario en una cadena de montaje. Un trabajo mecánico que no le obliga a pensar. Cada noche vuelve a casa sin variar el trayecto y cena la misma lasaña precocinada. No se relaciona, pues teme que los amigos le fallen o enamorarse de quien no debiera.

Apenas sale a la calle. Solo visita a su madre, pues necesita sus medicinas.

—¡No vayas a confundirte, estúpido! —le grita desde la cama. Aunque está cada vez más postrada, aún conserva su furia.

Él no responde y sigue preparando el pastillero semanal mientras mira la televisión. Están dando su concurso favorito.

—¿Quién descubrió la Penicilina? —pregunta el presentador.

Él sabe la respuesta, pero aprieta los labios para contenerla. Mientras, amontona pastillas en los casilleros, quizá menos pendiente de la tarea que de la siguiente pregunta.

Salvador Terceño Raposo

Sevilla






Muertos

Los muertos tampoco se soportan. Mantienen sus vulgares rencillas como cualquier comunidad de vecinos mal avenida, en su bloque de nichos de escasos metros y paredes mal aisladas. Los muertos de amor nunca son bienvenidos porque suelen montar escenas de melancolía y llanto desesperado. No hacen gracia a los muertos de aburrimiento, más dados al soporífero descanso eterno. Ni a los muertos de risa que no comprenden el dramatismo de la angustia apasionada. Tampoco gustan a los muertos de hambre, que están más centrados en el canibalismo al descuido. Apenas tienen la cordialidad de los muertos de miedo, por simple empatía de opuestos. Porque el amor no entiende de miedos, y el miedo no se atreve al amor, ni a nada. Solo los muertos a secas van y vienen, discretos, a sus cosas, sin molestar a nadie, convencidos de su filosofía de muere y deja morir.

Mar Horno García

Torredonjimeno  (Jaén)

 



 

Penitencias

Los ve alejarse juntos, felices, liberados y por un instante se arrepiente de su arrebato de ira.

Sabe que ya su soledad será eterna.

Cerca, bajo el árbol de frutos lustrosos, la serpiente sonríe.

Antonia García Lago

Sabadell (Barcelona)